Cuando una máquina se atasca, la culpa puede ser de la ingeniería o de la física. Lo último es cierto por lo menos para las primeras nanomáquinas simples, que son frenadas por el efecto Casimir. Esta fuerza no opera a mayor escala que la de las millonésimas de centímetro, y hace que piezas diminutas de las máquinas se adhieran entre sí. Científicos del Instituto Max Planck para la Investigación de los Metales y la Universidad de Stuttgart han observado una fuerza similar en una mezcla de dos líquidos.
Los autores del estudio también han encontrado una forma de invertir el efecto de esta fuerza, por lo que quizá podrían evitarse los atascos en las nanomáquinas del futuro. Esto haría posible avanzar más en la miniaturización, y conseguir fabricar sensores o interruptores mecánicos de tamaño nanométrico.
Nada viene de la nada. Sólo en la física esto no siempre es cierto. Por ejemplo, dos placas de metal colocadas a la distancia de medio micrómetro en el vacío y a la temperatura del cero absoluto ejercen una atracción misteriosa entre ellas. La fuerza que atrae las placas entre sí proviene de las fluctuaciones de la mecánica cuántica del vacío, así que podemos decir, al menos hasta cierto punto, que viene de la nada.
El físico Hendrik Casimir predijo este efecto ya en 1948; hoy es la razón por la cual los componentes en las nanomáquinas se adhieren entre sí.
Clemens Bechinger, Christopher Hertlein y otros investigadores han observado ahora una fuerza similar en experimentos con una mezcla de agua y el líquido aceitoso lutidina: la fuerza de Casimir crítica. Esta fuerza es tan débil que es muy difícil de detectar. No obstante, los resultados concuerdan muy bien con los valores que Siegfried Dietrich, director del Instituto Max Planck para la Investigación de los Metales en Stuttgart, y su equipo, habían predicho teóricamente.
Obtenido de: http://www.amazings.com/ciencia/noticias/220208a.html
Tirso Ramírez
CRF
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